Visitas inesperadas


Para Lu, con amor

En la granja ya no hay animales,
pero aún se sienten los gruñidos de los cerdos
y el olor a estiércol que emerge de la tierra seca.

El viento se lleva todo aquello que ya no sirve.
Sopla y mueve las espinas de los cercos que protegen la casa.
Se lleva la mierda sin pedir permiso.

Adentro me siento protegido.
El impetuoso soplido de las dunas no logra atravesar mi fortaleza.
Aún mantengo muchas cosas en el corazón que no quiero que se vayan volando

Pero la naturaleza es sabia y un día
sin que yo siquiera me dé cuenta
ya no tendré que poner las palmas de mis manos sobre mi escuálido pecho
con el temor de que ella se me vaya por el aire
como las hojas que veo caer esta tarde
desde el granero de su casa.

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