El mentiroso y la bruja


Nos conocimos como en un cuento de hadas. Ella me había llamado a la oficina un par de veces por cuestiones de trabajo y ante su insistente formar de pedirme una cita termine por dársela un lunes como hoy a las 9 de la mañana.

Cuando la vi me pareció fea. Pero al cabo de unos minutos de conversar y mirarla me di cuenta que tenía los ojos más negros y enigmáticos que jamás había visto. Terminada la reunión fuimos a almorzar. Ella escogió el lugar y la comida, yo puse como única condición que no dejara de mirarme mientras hablaba. Fue la primera vez que la vi sonrojarse.

Salimos un par de meses, la verdad no recuerdo cuantos, y aunque tenía una verruga sobre la mejilla izquierda, que la hacia parecer una bruja, yo la encontraba sexy y hasta exótica. Nos hicimos novios al poco tiempo. Ella venía a buscarme al trabajo y yo la iba a recoger al gym, religiosamente, cada miércoles en la noche.

Un día sin motivo alguno me dijo que las cosas no andaban bien y que teníamos que terminar. Yo por supuesto reaccione como todo un macho superado y le dije que, si así lo había decidido, por mi parte no había problema alguno.

Claro que el problema no apareció en ese instante sino al día siguiente, se noto durante toda la semana que pasó y terminó por ser totalmente evidente cuando en un intento fallido por recuperar su amor casi termino por matarme por una sobredosis de pastillas en la terraza de mi casa.

Mis amigos me decían que tenía que olvidarla. Pero que carajo saben los amigos del amor cuando uno esta tan cojudamente convencido que nunca jamás existirá una mujer igual en la faz de la tierra.

Los meses pasaron y no podía sacar a Jimena de mi cabeza. Salía con otras chicas y a todas terminaba por llamarlas como a ella. Jimena gracias, estas linda Jimena, Jimena te llame ayer, ten cuidado Jimena, lo que hizo que al poco tiempo me quedara sin citas y sin nombres.

Un amigo muy querido me sugirió que tal vez Jimena había lanzado sobre mi alguna clase de brujería o hechizo y que debería ir a ver a uno de esos espiritistas que salen todos los días en la sección de clasificados de El Comercio. A mi me pareció una idea loca y totalmente descabellada, pero al final termine por ir a ver a uno de esos charlatanes y para sorpresa mía confirmo lo que mi amigo me había dicho. Jimena, mi Jimena, era en verdad una bruja.

Y no cualquier bruja me dijo el charlatán, que de un momento a otro dejo de llamarse así para llevar el nombre de Pedro, sino una de las más sofisticadas y peligrosas. Ella ha lanzado sobre ti un hechizo "Estupidestico". ¿Estupi, que? le dije. Pensando que me estaba tomando el pelo porque lo había llamado charlatán en sus narices, pero no, en verdad existía un hechizo así, me mostró un libro negro y grueso donde se describían claramente los síntomas que dicho hechizo producía en las personas y calzaba exactamente con las cosas a mi me habían estado ocurriendo.
Y cual es la forma de terminar con este hechizo le pregunte. Tienes que escribir exactamente 61 líneas acerca de ella. Escribe de ella exactamente 61 líneas. Una vez que termines coloca una foto de ella y nunca más vuelvas a hablar al respecto con nadie.

Me pareció una idea loca, pero termine por hacer al pie de la letra lo que Pedro me había dicho. Y para buena suerte mía funciono. De pronto al culminar la línea número 61 comencé a sentirme mejor, había recobrado la alegría que había perdido, la depresión había pasado y me sentía con mas ganas que nunca de volver a hacer mi vida como antes. Así que esta última línea se la dedico a mi amigo y a Pedro, porque sin ellos esto no hubiera sido posible. Y una vez más prometo no volver a mencionar a Jimena (la bruja) a quien recordare siempre con cariño y un poco de miedo.

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