La Pregunta


¿Cuándo fue la última vez que se vieron? -preguntó Ana- cruzando los brazos violentamente. Rubén camino hacia la ventana y trato de besarla. Había estado bebiendo con unos amigos antes de llegar a casa. Tenía puesta una casaca vieja que no combinaba en absoluto con el resto de su traje. Ella lo alejo violentamente. El se froto las manos y se dirigió tambaleándose hacia el equipo de música tratando de no hacer ruido para no despertar a su pequeña hija que dormía profundamente.
¿Quieres que te cuente?-pregunto el- mientras buscaba un disco dentro de su escritorio. Cuéntame - respondió ella- arrojando el humo de su cigarro por la nariz.
Ella era pobre, pero hermosa. Vivía en un cuarto que ella misma había dividido en dos espacios. En uno de ellos estaba su cuarto propiamente dicho: su cama, una pequeña radio, un mueble de madera para su ropa y una pequeña cocina que usaba sólo cuando él estaba. En el otro había un baño angosto y un pequeño taller donde trabajaba religiosamente de lunes a viernes de ocho a ocho.
Los fines de semana los pasaban juntos. Ella lo atendía como si fuera su esposo y algunas veces el la llevaba a cenar a restaurantes lujosos o al cine y eso a ella la hacía sentirse feliz e importante, pero un lunes en la madrugada ella lo llamo pidiéndole verlo urgentemente.
Ese día también llovía. El llego preocupado.
-¿Estás bien? Pregunto el.
-Sí, estoy bien.
Ella se acerco a su cuello y formo alrededor de el un circulo con sus brazos. Baila conmigo. Vamos, yo te llevo -dijo ella- mientras el dejaba su casaca sobre la cama y miraba preocupado por la ventana del cuarto.
-Tú sabes que no me gusta dejar el carro aquí.
-Olvida eso, sólo pon tu mano en mi cintura.
El la abrazo y luego se quedo sujetando sus caderas Le sugirió que prendiera la radio, que bailar sin música era para los románticos. Ella puso una canción de José José.
-Sabes que no bailo.
-Solo tómame de la cintura, es nuestra canción. -repitió ella-.
El comenzó a besarla apasionadamente. Miro por encima de su blusa y trato de besarle los pechos.
-Sabes que estoy con mi periodo. – dijo ella.
-Lo se, respondió. Disimulando su enojo y sus ganas.
Ambos comenzaron a moverse. Ella no era buena bailando, pero le encantaba bailar con el. Le encantaba sentir sus torpes movimientos cerca de ella, aguantar sus pisotasos, su nerviosismo, su total descoordinación.
El estaba rendido ante los ojos de ella, pero de rato en rato veía las paredes del cuarto, los cuadros, los dibujos casi amorfos con los que Micaela adornaba su casa. De pronto ella lo soltó y comenzó a bailar sin tocarlo.
¿Recuerdas la primera vez que nos besamos? -pregunto ella-.
-Claro que lo recuerdo.
Ella sonrió y le cogió las manos. Dio un paso hacia atrás y siguió moviéndose sensualmente al ritmo de la música. Olvide contarte que ayer se me perdieron las llaves. Hoy por la mañana he ido a sacar un nuevo juego. Saque uno para ti también, para que cuando quieras puedas venir a descansar o dejar tus cosas.
El encendió un cigarrillo y camino hacia la puerta.
-No amor, no es necesario. Con el estudio de la casa me basta.
-Bueno, solo era una sugerencia…
También quería contarte – siguió ella – que saliendo del cerrajero fui al banco para averiguar lo del préstamo, pero es un trámite que yo no entiendo muy bien tal vez un día podríamos…
De pronto el apago su cigarrillo.
¿Qué pasa amor? me llamas a media noche y me dices que tienes algo urgente que tienes que decirme y luego pones esta música, me sacas a bailar y me comienzas a hablar de estas cosas que bien las podríamos conversar cualquier otro día. Yo pensaba que estabas mal, que tenias algo.
Ella se acerco a la radio e hizo correr de nuevo la misma canción
Una de las ventanas estaba abierta. Ella se cogió los brazos y lo miro. Tenía los ojos rojos, pero no lloraba.
-Dime que pasa amor.
-No, no pasa nada. Olvídalo.
Ella se sentó en la cama y cogió la casaca. Prendió un cigarrillo, pero lo apago rápidamente tapándose la boca. ¿No te gusta bailar conmigo no? Mas allá de tus padres no conozco a tus amigos nunca quieres presentarme a nadie.
-Son gente poco interesante.
-Siempre con esas respuestas.
-No se a que quieres llegar.
-Antes eso me encantaba de ti, la manera que tenías para mentirme, parecía que esforzabas por tratar de que te creyera
-No sé a que te refieres
-Claro, no lo sabes…
-¿Estás tratando de decirme algo?
-No.
Ella miro fijamente la ventana y voto el humo de su cigarro por la boca.
-Siempre quise saber hasta donde llegaría esta relación
-¿Hasta donde llegaría?
-¡Si alguna puta ves tomaría en serio esto carajo!
Ella se hecho en el suelo a llorar, el sólo atino a mirarla.
-Sabes que yo te quiero, sólo dame un poco de tiempo, dejemos que las cosas fluyan solas.
-Tiempo es lo que no tenemos Rubén, tienes que comenzar a tomar decisiones.
Ambos se miraron y ella le tomo la mano y la acerco a su estomago. El no pudo percibir nada, pero sabia lo que significaba y un frió que le venia desde adentro termino de congelarle las manos.
Esto es lo único que puedo contarte Ana.


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