Sueños Recurrentes
Cuando era niño siempre tenia el mismo sueño. Me encontraba sobre el techo de un mercado (el mercado del barrio donde solía vivir de niño) y me arrojaba de el hacia el vacío con la ilusión de poder volar, pero siempre terminaba cayendo rápidamente hacia el suelo. A pesar de eso nunca terminaba llegando al asfalto pues en el preciso instante donde eso tendría que haber ocurrido mis ojos se abrían de golpe y agradecían que lo que había al frente de ellos no era el sucio cemento del mercado ni los puestos de carne y verduras que lo abarrotaban de lado a lado sino mi habitación pequeña, pero acojedora ubicada en un cuarto piso de un edificio viejo, donde las ventanas siempre permanecían cerradas de noche aun en los calurosos veranos y los días festivos.
Nunca le conté a mi madre acerca de aquellos sueños porque verdaderamente nunca les tome importancia, pasaron mucho años hasta que un día volví a tener el sueño recurrente. Al despertar me sentí verdaderamente desconcertado, y ya no podía conciliar nuevamente el sueño.
Recuerdo que a los pocos segundos prendi la radio ya que no quería escuchar el silencio de mi habitación. Comencé a buscar la razón de aquel sueño tan perturvador que me acompaño durante casi la mayor parte de mi infancia. Ya era muy tarde casi las 4 de la mañana cuando mi madre toco a mi puerta preocupada no por mi, sino porque la luz estaba encendida y esos significaba un aumento en el recibo de luz de ese mes. Volví a escuchar el silencio en la habitación y a escudriñar dentro de mi para poder entender mis vuelos nocturnos. Pensé en la vieja casa donde vivía de niño, el cuarto piso de mi cuarto color celeste con la ventana siempre cerrada de noche y una sonrisa se apareció de golpe en mi rostro. Un recuerdo olvidado. En ese tiempo un tío muy querido me contó que cuando uno soñaba el alma se despegaba del cuerpo y podía volar por todo el universo a buscar otras almas.
Ante aquella increíble revelación yo había quedado sorprendido, ¿sería posible poder salir de mi cuerpo e ir a ver a otras personas a pesar de estar a miles de miles de kilómetros de distancia? mi tío me contó que bastaba entrar a la primera etapa del sueño para aparecer en una ventana enorme desda la cual tenias que arrojarte diciendo las siguientes palabras: "Quiero ir para allá"·. Recordé que esa misma noche me porte mejor que de costumbre, lave mis platos, ordene mi cuarto e hice mis deberes de la escuela (todos los deberes) a pesar de mis suplicas no pude convencer a mi madre para que me dejara la ventana abierta durante la noche, así que lo que hice fue inventarme otra ventana dentro de mi sueño, una mas grande y colocada a una mayor altura. El techo del mercado.
Si nunca pude volar desde ahí tal vez haya sido culpa de mi madre por no haberme dejado abierta la vendita ventana de mi cuarto o de mi tío por no haberme dicho que si me arrojaba de otro lugar no lograría el mismo efecto que desde la ventana, el caso es que en aquel tiempo quería volar para ver a Micaela durmiendo, estaba tan enamorado de Micaela, tan enamorado como lo puede estar un niño de 8 años. Al recordar ese episodio tengo que admitir que me sentí el mas huevon del mundo y decidí dejarme de tonterías, apagar la radio e irme a dormir ya que tenía mucho trabajo al día siguiente y no podía darme el lujo de faltar al trabajo o llegar tarde alegando alguna mentira como suelo hacer de ves en cuando.
Cerré los ojos, pero antes abrí de par en par las ventanas de mi cuarto talvez con la inocente ilusión que en mi sueño esta ves si pudiera volar y llegar ya no a la habitación de Micaela llena de muñecas y colores rosa, sino a la de Lucia llena de recuerdos de lo que fue nuestro amor alguna vez, o mejor aun, tal ves en una de esas ella podría ser la que entrara por la ventana toda palida y con frio. Maldije a mi tío y cerré los ojos, el aire que entraba me calmo y me hizo darme cuenta que seguía siendo, en el fondo, un niño.
Nunca le conté a mi madre acerca de aquellos sueños porque verdaderamente nunca les tome importancia, pasaron mucho años hasta que un día volví a tener el sueño recurrente. Al despertar me sentí verdaderamente desconcertado, y ya no podía conciliar nuevamente el sueño.
Recuerdo que a los pocos segundos prendi la radio ya que no quería escuchar el silencio de mi habitación. Comencé a buscar la razón de aquel sueño tan perturvador que me acompaño durante casi la mayor parte de mi infancia. Ya era muy tarde casi las 4 de la mañana cuando mi madre toco a mi puerta preocupada no por mi, sino porque la luz estaba encendida y esos significaba un aumento en el recibo de luz de ese mes. Volví a escuchar el silencio en la habitación y a escudriñar dentro de mi para poder entender mis vuelos nocturnos. Pensé en la vieja casa donde vivía de niño, el cuarto piso de mi cuarto color celeste con la ventana siempre cerrada de noche y una sonrisa se apareció de golpe en mi rostro. Un recuerdo olvidado. En ese tiempo un tío muy querido me contó que cuando uno soñaba el alma se despegaba del cuerpo y podía volar por todo el universo a buscar otras almas.
Ante aquella increíble revelación yo había quedado sorprendido, ¿sería posible poder salir de mi cuerpo e ir a ver a otras personas a pesar de estar a miles de miles de kilómetros de distancia? mi tío me contó que bastaba entrar a la primera etapa del sueño para aparecer en una ventana enorme desda la cual tenias que arrojarte diciendo las siguientes palabras: "Quiero ir para allá"·. Recordé que esa misma noche me porte mejor que de costumbre, lave mis platos, ordene mi cuarto e hice mis deberes de la escuela (todos los deberes) a pesar de mis suplicas no pude convencer a mi madre para que me dejara la ventana abierta durante la noche, así que lo que hice fue inventarme otra ventana dentro de mi sueño, una mas grande y colocada a una mayor altura. El techo del mercado.
Si nunca pude volar desde ahí tal vez haya sido culpa de mi madre por no haberme dejado abierta la vendita ventana de mi cuarto o de mi tío por no haberme dicho que si me arrojaba de otro lugar no lograría el mismo efecto que desde la ventana, el caso es que en aquel tiempo quería volar para ver a Micaela durmiendo, estaba tan enamorado de Micaela, tan enamorado como lo puede estar un niño de 8 años. Al recordar ese episodio tengo que admitir que me sentí el mas huevon del mundo y decidí dejarme de tonterías, apagar la radio e irme a dormir ya que tenía mucho trabajo al día siguiente y no podía darme el lujo de faltar al trabajo o llegar tarde alegando alguna mentira como suelo hacer de ves en cuando.
Cerré los ojos, pero antes abrí de par en par las ventanas de mi cuarto talvez con la inocente ilusión que en mi sueño esta ves si pudiera volar y llegar ya no a la habitación de Micaela llena de muñecas y colores rosa, sino a la de Lucia llena de recuerdos de lo que fue nuestro amor alguna vez, o mejor aun, tal ves en una de esas ella podría ser la que entrara por la ventana toda palida y con frio. Maldije a mi tío y cerré los ojos, el aire que entraba me calmo y me hizo darme cuenta que seguía siendo, en el fondo, un niño.
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